La respuesta definitiva, la réplica insoslayable me la dio
El Troll. Íbamos al cole en coche por la mañana. El Futbolero y El Troll
peleándose, claro. Y La Reina De La Casa parloteando a su rollo, quizá
intentando contarme el cuento que su profesora les contó el día anterior,
versión ampliada y embellecida. El jaleo dentro del coche era enorme. Mis
fuerzas, cualquiera de mis ánimos, el más mínimo de los alientos… desaparecidos
todos. Bastante tenía con no salirme de la calzada, inmerso por una parte en la
duda de si me había llegado la crisis, e inmerso por otra en el ruido que no
cesaba.
Cuando el galimatías de palabras bajó un poco de intensidad,
acerté a decir:
–Cansáis a las piedras, majos –en nuestra ciudad es
obligatorio terminar todas las frases con “majo”.
–En verdad os digo que si éstos se callan, hablarán las
piedras.
Juro sobre la guitarra de Zappa que dentro del coche se
escuchó esa frase exactamente. Y no terminaba con “majo”.
¿Y quién fue el locutor
de la frase? ¿Un ángel bajado del cielo dispuesto a iluminarme? ¿El mismo Dios
dando respuesta a mis cuitas? ¿El coro de la gloria eterna abriéndome de par en
par las puertas del cielo tras haberme estrellado con el coche…?
La frase fue una respuesta para mí, no tardé en darme
cuenta. Ése era el sentido. No sé si estoy o no en la crisis esa. La cuestión
es el ruido.
Las muertes de tus héroes o de tus “cobardes”, el futuro
descifrable en el comportamiento de unos animales, el bienestar de tu familia,
el miedo al colapso, la crisis de los cuarenta, tus hijos peleándose… la vida
es ruido. Por más que mi estimado M se empeñe en decir que la vida es amor o
donación o lectura incontrolada de clásicos rusos… antes que todo eso la vida
es ruido. Palabra de heavy.
Todo lo que se te viene encima, a lo que puedes estar más
receptivo o menos, o que lo puedes saborear más concentrado o diluido, o que tu
sensibilidad puede ser más afín o lejana según circunstancias… Lo que sea, todo
se resume en ruido. Y todo fue muy bien en mi vida hasta que en mi vida mi
ruido cambió. Cuando ella calló, las piedras hablaron.
Y fue El Troll, en su recién revelado talento como profeta,
quien lo dijo. Y créeme, no conviene llevarle la contraria a El Troll. Lo
finalmente importante, lo que cierra esta breve historia, es que la crisis que
abrió La Reina De La Casa con sus cuatro años sorprendidos ante mis cuarenta y
dos, que me llevó a toparme con una sucesión de noticias e historias, que a su
vez me llevaron a doblegarme ante un ruido diferente al de mi bajofuncional
familia, no dejaba de ser una mera cuestión de foco. Sólo eso. De no dejar
hablar a las piedras y que sean estos quienes me hablan.
Lo siento, M. No hay crisis. No es verdad. Nos la has
intentado colar, pero no. Igual es que en tu casa esa banda de estorninos de la
que hablas hace poco ruido.
2 comentarios:
No es posible. No. No. No. NO. No puede haber dicho eso. No.
Eso es de replicante premium.
(¿Y sabes por qué no? Porque Caradefresa cada día se le parece más. ¿Ahora qué hago yo con una protoCandace-troll?)
(Yo sólo quería una vida normal, con un trabajo normal y una familia normal, pero como dijo La Jefa "una cosa normal, no la podías hacer, tú." En su momento me pareció gracioso.)
Yo es que con lo de las crisis, es como con lo de la reencarnación. Que me niego, vamos.
Más alucinado me quedé yo cuando se lo oí. Creo que dije algo así como "ahora vas y lo cascas". Y El Troll me preguntó que porqué, que qué tenía de raro lo que acababa de decir...
La que me espera con estos mimbres.
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